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Por fin. Ya no somos los únicos «conspiranoicos».
La denuncia al gobierno genocida interpuesta por múltiples personalidades es un hecho.
Escuchen esta entrevista al conocido médico generalista de dilatadísima experiencia Enrique Costa sobre el coronatimo y las vacunas.
Y si quieren algo aún más autorizado, vean a la catedrática de procesos diagnósticos, Dra. Albarracín en esta breve entrevista en el canal de los Hermanos Barea, dividida en dos partes, donde habla de los efectos adversos de este matarratas: Parte 1 y Parte 2 .
Mientras, los covidiotas asumen que ya no hay gripe ni enfermedades asociadas a la misma ni otras. Sólo hay covid y vacunas de inciertos y desconocidos efectos que no inmunizan, que no impiden el contagio y que tan siquiera garantizan que si les entra el «bicho» sea eficamente combatido con el matarratas que se han metido.
Señoras y señores, ya, hasta las fuentes oficiales afirman que vivimos una falsa pandemia.
Utilicen su cerebro, pregúntense y contéstense:
- ¿Por qué las fábricas de matarratas de la farmafia se «blindan» legalmente para no sea posible reclamación judicial alguna ante efectos adversos, no respondiendo el fabricante sino el gobierno de turno?.
- ¿Por qué se nos oculta la composión real de este matarratas?.
- ¿Por qué incentivan económicamente a los médicos para administrar matarratas masivamente, si no hacen más que cumplir con su «obligación» ?.
- ¿Por qué llevan décadas intentando una vacuna contra el cáncer o contra el SIDA sin conseguirla y en cambio, en unos pocos meses consiguen una «vacuna» frente al coronatimo?. No tienen verguenza. Se ríen en nuestra cara y todo para la saca.
- ¿Por qué el CEO de Pzifer vende el 60% de su paquete de acciones el mismo día en que se reveló que esa farmaceútica tenía la vacuna?
- ¿Qué ganamos los disidentes de la pandemia denunciando todo ésto?. Nada. Al contrario.
Vean lo que dice el punto 10 (epílogo) de este informe de Médicos por la verdad, reflexionen y luego ustedes mismos.
Nosotros lo tenemos claro: no nos vacunaremos ni aunque sea obligatorio en tanto que nuestros derechos fundamentales inalienables están por encima de cualquier interés globalista.